Soy..

Soy la foto que hiciste con los ojos del lugar mas bonito encontrado.
La pua de la suerte del peor cantante en una barra de Madrid.
La pluma de la voz que nunca grito porque nació susurrando.
Las obras de arte que me robaron la mirada.
Y los versos de Miguel Hernández entre los de Diego Ojeda.
Y solo lo intento reflejar..

martes, 10 de julio de 2018

Grafofobia.

Las anodinas madrugadas de los veranos me hacen reflexionar sobre muchas cosas que mi cabeza busca encasillar en alguna sección para que los pensamientos no se entremezclen y busquen dormir.
Pero el afán de la curiosidad, de conocer, de buscar... No me deja nunca descansar. Es un placer similar al de cuando mis dedos, mis pies y mi alma vuelven a tocar el mar. Cuando vuelven a lo único que ha reconocido mi trinchera como hogar.
En esta búsqueda encontré, a una escritora cuyo nombre repetí al estudiar su novela. Nada. De Carmen Laforet. 
Me llamo siempre la atención el titulo, pero como aquel que ve pasar unos ojos oscuros en un metro, lo deje pasar. Olvidándolo. Encasillándolo en algún lugar de mi cerebro.
Curioseando, encuentro un documental acerca de su vida y descubro una mujer inquieta, que con 23 años se condeno por escribir una novela que en lugar de convertirla en un ser libre, la castigo a que el resto de sus novelas no alcanzaran semejante éxito. La condeno a escribir por miedo a dejar de que alguno de sus 5 hijos dejara de comer.
A través de sus libros creció, y ellos la dieron otro tipo de alegrías.
Y me descubro como Carmen Laforet muchos años atrás, como una nómada, una vagabunda. Que escribía para vivir y fluir, a la que la sociedad siempre intentaba robarle la libertad. La que tacha rompe y guarda en cajones cientos de papeles que no servirán. La que necesitaba conocer lugares nuevos para descubrirse feliz.
La que dejo de escribir argumentando que la grafofobia la paralizaba los dedos. Como a mi cuando la poesia me abandona, y nunca se va. Cuando nos atenaza el miedo por escribir y descubrir que no tienes miedo a coger la pluma, si no a los demonios que saldrán de ella.
Al descubrir que tienes versos tan amargos, dedicados a algún corazón que late lejos de ti, que no serias capaz de leerlos sin estar borracha.
Carmen era muy amiga de otro vagabundo que siempre regresaba al mar. Alberti. Y cuando ella dejo de escribir el la dijo lo siguiente; 

" Coge un magnetofón y habla, los disparates, lo que salga". Y entonces ella empieza. " El corazón se llena con tan poco o tanta felicidad de adolescentes y repetida tantas veces. El corazón seco que florece y no es nada. Un poco de tierra, una semilla al paso. A veces nace un pino en la roca.
Voy adolescente, olvidada de mi por el rio delante. Las sombras, el recuerdo de un beso absurdo. Esta alegría, yo lo se, déjala correr, déjala llegar, refrescar, reverdecer. Hacer mas viva la sangre del alma. Si uno es escritor, escribe siempre. Aunque no quiera hacerlo. Se que no puedo renunciar a la obligación de una vocación verdadera. Que quizá mi vida humana pierda sentido solo por perderla en esta entrega apasionada. Es algo parecido a lo que ocurre al pescador del viejo y el mar. He seguido después de superar todas mis dudas y temores dispuesta a aprisionar al gran pez de la literatura. He querido vencer pero al volver con el gran pez de la playa, veo que detrás solo viene el esqueleto del pez. La prueba del que lo quiso hacer sin conseguirlo.

Querida Carmen , yo creo que si lo conseguiste.



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