De nuevo os cuento un cuento, aunque vaya mas en forma de poesía.
Ya que trata sobre una bailarina, y los sueños que eso conlleva.
Y para mi los sueños son melodía, como las notas acompañantes de su baile.
Así que allá vamos.
Se llamaba María, y siempre que llegaba al auditorio lucia una sonrisa.
Se esforzaba como ninguna , registraba cada pliegue de la piel en las acrobacias.
Se tatuaba el ritmo al que tenia que bailar.
Y cerraba los ojos para intentar concentrarse mas.
Y intentaba conseguir su sueño de cualquier forma.
Se hacia daño en los pies cuando se intentaba levantar.
Porque la costaba dolor en sus pies de bailarina,
pero lo seguía intentando.
Y cada vez que no podía lloraba como una cría.
Mientras veía lo que las demás podían hacer mientras ella se arrastraba para lograr ponerse en pie.
Nadie lo notaba y incluso fue la diversión de muchas de ellas.
Y María volvía a su casa sentada, como siempre.
La crueldad llegaba a puntos de llamarla inútil.
Como el niño fuerte cuando obliga al mas sumiso a ligarla siempre.
Liderazgo la faltaba a ella pero la sobraban ganas.
Y dentro de nada llega la metáfora.
De que María la pequeña bailarina, nunca se levantaba, y cada vez que hacia punteras se daba de bruces contra el suelo.
Porque la rehabilitación a veces mata.
Y si, María casi se queda paralitica.
Y la dolía cada paso que daba.
Y allí estaba intentado ponerse al ritmo de las demás bailarinas que se burlaban.
Tranquilos, porque María bailaría siempre que alguien la de la mano para levantarse.
Y no sigamos con este mundo lleno de crueldad.
Así que ¿ por que no le das la mano a María?
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¡ Un beso enorme!
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