me enseñas a escribir poesía.
Que no sea triste,
que sea pausada.
Tienes siete risas diferentes,
una para cada día de la semana.
Y nunca se si me gusta mas,
la de los sábados en los que me tengo que acabar tu cerveza.
O en la de los domingos cuando me dices,
que nos replantemos juntas,
cualquier tipo de existencia.
Me pregunto constantemente,
que tipo de miedos,
pueden amenazar una cabeza,
que de todos los pájaros que tiene,
a veces se convierte en jaula.
tu y solo tu,
sabes a quien abrirle,
y convertir ambas jaulas
en casa.
Cuando nos perdamos,
tienes mi reflejo,
mi casa,
y mi mano para caminar.
Siempre que no encontremos el camino,
hacia la huida.
Que no se te olvide nunca, somos salvavidas.