como cuando mis piernas contaban un lustro de vida.
Me lanzo contra el suelo,
con todas las fuerzas que me pueda otorgar,
el que me vigila desde arriba.
Y lloro, volviéndome de nuevo niña.
Me desahogo de tus latidos,
y me sumerjo en el mar.
Hace tiempo que ya no te oigo respirar.
Nos quedaban muchas fuerzas,
y deshicimos nuestro caminar.
Los oídos se me llenan de notas,
la boca de palabras que no puedo callar.
Y mis dedos resbalan tinta,
por toda la sangre que no pudimos derramar.
El corazón se vacía de su ruido,
me quería ahogar contigo,
quizá así hubiésemos podido flotar.
Naufragio herido,
me lanzo contra el suelo.
Y esta vez si, me rio, de tanto llorar.